¿Quien no ha mirado esas luces en el cielo con la boca abierta?, los fuegos artificiales son uno de los espectáculos preferidos, sobre todo por los niños, desde la antigüedad.
Pero, ¿nunca te has preguntado cómo funcionan?.
Está claro que la base es la pólvora, pero para conseguir eses efectos es necesario mucho más. Primero veamos el esquema de un cohete pirotécnico típico.
Centro del cilindro se aloja una carga explosiva rodeada de pólvora negra y “estrellas”. Estas estrellas son esferas, cilindros, cubos,.. compuestas por elementos que, dependiendo de su composición crean un color u otro.
Estos componente suelen ser metales, así tenemos que el estroncio produce un rojo profundo, con el cobre se consigue el azul, el sodio produce el amarillo, y con limaduras de hierro y carbón vegetal se consiguen destellos dorados. Los fogonazos brillantes y las explosiones estruendosas se consiguen con polvo de aluminio. Todos ellos se deben añadir en porcentajes determinados para crear la gama de colores requerida.
Si les añadimos polvo de aluminio, acero, hierro, zinc o manganeso podremos crear chispas, pues estos metales se calientan hasta quedar incandescentes o incluso pueden arder.
La existencia de las distintas figuras que podemos ver se debe a la colocación exacta y milimétrica de las estrellas dentro del cuerpo del cohete. Así como la forma de las estrellas y su composición.
Jugando después con este cohete base se pueden realizar muchas combinaciones haciendo que la mecha que alimenta el primer impulsor, accione otros cohetes interiores, pudiendo realizarse multidetonaciones con un solo cartucho y montajes realmente espectaculares.
Por último, ¿sabías que también existen los cohetes diurnos?. La mecánica es parecida sólo que en vez de usar los metales se usan compuestos que dejan humo de colores al estallar. Bonito, ¿no?
No debemos olvidar que la pólvora es algo realmente peligroso, así que NO DEBEMOS JUGAR CON ESTO SI NO SOMOS PROFESIONALES, las consecuencias podrían ser desastrosas.
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